Cuando el amor se va, pero las promesas se quedan.

El peso de un futuro roto: sanar tras una ruptura.

Cuando hablamos de duelo, muchas veces lo primero que viene a la mente es la pérdida de alguien querido, alguien que ya no está físicamente con nosotros. Pero, en el caso de una ruptura amorosa, el proceso de duelo se vive de forma distinta. Aquí no solo hay que aprender a vivir sin esa persona, sino también a soltar sentimientos que, aunque fueron hermosos en su momento, se transforman en algo que nos lastima. Es como si el amor que en su día fue nuestro refugio se convirtiera en una carga, porque ya no es recíproco. Y entonces surge la necesidad de liberarnos, no de olvidar el amor que sentimos, sino de soltar lo que ya no tiene sentido

Lo que no va a suceder: el futuro roto y la frustración de lo no vivido.

En ocasiones, cuando una relación se rompe o cuando un sueño se desvaneció, nos quedamos con el sabor amargo de lo que no fue. Ese futuro que imaginábamos al lado de esa persona, lleno de promesas, se desvanece como un espejismo, y nos queda la sensación de que el tiempo ha jugado en nuestra contra.

La frustración surge cuando nos aferramos a algo que ya no está. Nos aferramos a lo que podría haber sido, a las promesas no cumplidas, a los proyectos abandonados. Lo que más duele en estos momentos es lo que quedó pendiente, todo eso que no pudimos compartir, lo que nunca dijimos, lo que nunca hicimos. Es como si una puerta se cerrara y quedaran muchas palabras atrapadas al otro lado.

El no soltar se convierte en una carga emocional que nos impide avanzar. Las expectativas que teníamos, la imagen del futuro que habíamos construido, nos mantienen ancladas a un pasado que ya no existe. Y aunque sabemos en lo más profundo de nuestro ser que debemos soltar, que debemos seguir adelante, la realidad es que no es fácil.

A menudo nos olvidamos de lo que ocurrió, de lo que fue, porque nuestra mente se centra en todo lo que quedó pendiente. Nos quedamos atrapadas en la imagen de un futuro que no se concretó, y en ese espacio vacío, la frustración crece. Las falsas promesas, las esperanzas rotas, el amor que se fue… Todo eso se mezcla en una maraña de emociones.

Pero hay algo importante que debemos recordar: la frustración es la consecuencia de aferrarnos a un futuro roto y de olvidar que el presente también merece ser vivido, y mientras más nos aferramos, más difícil es ver lo que está delante de nosotras.

Introducción emocional. La vulnerabilidad

“Lo que más me duele es todo aquello que no llegaste a darme.”
Esta frase me persigue como un eco, porque en sus palabras se esconden las huellas de algo que todos hemos sentido alguna vez. La carga emocional de una relación rota no solo está en lo que ocurrió, sino en lo que nunca sucedió, lo que quedó en el aire: las palabras no dichas, las promesas rotas, el futuro que nunca llegó a materializarse. Y cuando nos enfrentamos a esa falta, es como si el corazón se resistiera a soltarlo, a dejar ir lo que ya no tiene cabida en nuestra vida.

Hablar de esta frustración, de este vacío, es más difícil de lo que parece. Porque nos sentimos atrapadas entre lo que queríamos que fuera y lo que terminó siendo. Ese espacio de duda y de incertidumbre… ese lugar donde las expectativas se vuelven más pesadas que la realidad misma. Es doloroso, ¿verdad? Porque incluso cuando el tiempo pasa, lo que más duele no es lo que ocurrió, sino lo que no llegó a suceder.

La carga emocional de aferrarse

Las expectativas pueden ser un refugio en tiempos de caos. Nos aferramos a lo que pensamos que será, a lo que queríamos que fuera. Pero esa carga emocional que llevamos al intentar mantener algo que ya no es, a veces, nos consume. ¿Cuántas veces hemos tenido que dejar ir algo que pensábamos que sería eterno? Ese peso que sientes en el pecho, esa sensación de no querer soltar porque, en algún rincón de nuestra mente, seguimos aferrándonos a la idea de lo que podría haber sido.

A lo largo de esa etapa, las promesas no cumplidas se convierten en fantasmas que acechan tu mente. Las palabras que quedaron en el aire te siguen, te susurran al oído: “¿Qué hubiera pasado si…?”

Este es un espacio que no se puede llenar con nada ni nadie más. Lo que quedó pendiente no se puede borrar con otro amor ni con otra ilusión. A veces, nos engañamos pensando que un nuevo comienzo borrará lo que dejamos atrás, pero la realidad es que las cicatrices de esas expectativas rotas están ahí, grabadas en lo profundo.

La frustración de un futuro roto

Cuando te das cuenta de que ese futuro ya no será, de que todo lo que imaginaste juntos no va a ser posible, la frustración es inevitable. Te enfrentas a la sensación de que el futuro, que estaba lleno de promesas y esperanzas, ahora se derrumba ante tus ojos. Las ilusiones que construiste con esa persona caen, y te preguntas, ¿por qué? ¿Por qué no se dio lo que tanto quería? La respuesta, aunque difícil de aceptar, siempre está dentro de uno mismo.

A veces, no estamos listos para reconocer que el futuro que imaginamos no estaba hecho para nosotros, o que, aunque lo hubiera estado, nunca se materializó por razones que están fuera de nuestro control. Pero no soltar solo te mantiene atrapada en un ciclo de frustración constante. Este es el momento de entender que soltar no es olvidarse. Soltar es reconocer que lo que no sucedió ya no tiene poder sobre ti, y que el verdadero cambio está en lo que decides construir a partir de ahora.

«Lo que no va a suceder nunca será parte de ti. Y aunque el dolor te lo recuerde a cada paso, lo que no fue ya no tiene poder sobre lo que vendrá. Las promesas rotas se deshacen como polvo entre los dedos, pero el polvo es solo el comienzo de algo nuevo. Lo que no fue es solo una huella, y las huellas son testigos de que algo más grande está por suceder. Cada despedida es una puerta a una nueva oportunidad. Y cada lágrima caída es una semilla que puede germinar en algo mejor.»

La loba blanca

¿Qué podemos hacer? ¿Qué hice yo?

Recuerdo lo doloroso que era estar ahí, aferrada a lo que no podía ser. El corazón no quería soltar, y la mente insistía en hacer cálculos de lo que podría haber sido. Pero, poco a poco, aprendí que sanar no es un acto de olvido, sino de aceptación. Y este es el primer paso: aceptar que lo que no se dio, no te define. No es fácil, lo sé. Requiere tiempo, paciencia y mucha compasión contigo misma.

A lo largo de mi proceso, empecé a entender que la frustración no es algo que se pueda negar o ignorar, pero tampoco tiene que ser algo que te consuma. Lo que realmente hizo la diferencia fue aprender a soltar. Y eso significó darme permiso para sentir el dolor, pero también para seguir adelante. A veces, la solución está en permitirte hacer espacio para algo nuevo, incluso cuando no sabes qué es. Y ese es el acto de valentía más grande: darme permiso para avanzar sin saber lo que me deparará el futuro.

Pasos para empezar a sanar y avanzar

1. Haz un espacio para ti misma.

Acepta que el dolor que sientes es legítimo y no te apresures a «superarlo». Reconocer tus emociones es el primer paso hacia la sanación. Date permiso para sentir sin juzgarte.

📝Dejar de pensar y preocuparme por la otra persona y empezar a mirar por mí, por cómo me siento también es un comienzo.

2. Refúgiate en lo que sí funciona.

Encuentra consuelo en lo que te sostiene: tus amigos, tu familia, tu trabajo, tus proyectos. Mantén tu atención en las cosas que te hacen sentir segura y conectada. Ellas son el ancla que te mantiene en pie mientras avanzas en el proceso.

📝En mi caso, me refugié en el trabajo, que se come muchas horas de mi tiempo, pero me ayudó a no pensar. Allí, además, podía hablar con mis compañeros de otras cosas y distraerme.
Con mis amigos es más difícil porque no me sentía preparada para hablar del tema (está bien, si no quieres hablar o no te sientes capaz. Si puedes y te desahogas, también está bien. No hay nada escrito, cada uno lidia con su dolor como puede), pero hablar con ellos de otras cosas también me ayudó.

3. Vuelve al presente

No te obsesiones con lo que no fue ni con lo que podría haber sido. El presente es tu campo de acción. Cada pequeño paso que tomes ahora es un avance. Practica el mindfulness: respirar y estar en el ahora puede ser una forma poderosa de liberarte de las cadenas del pasado.

📝El mindfulness ha sido una herramienta muy valiosa para ayudarme a recuperar mi centro. Si quieres empezar con pequeñas prácticas te recomiendo que visites mi proyecto paralelo vive plenamente donde proporciono algunos recursos sencillos para incorporar el mindfulness a tu vida diaria.

4. Escribe para liberarte

La escritura puede ser una herramienta liberadora, como lo fue para mí. Escribir no es solo expresar lo que sientes, sino también poner orden en el caos interno. Si no puedes escribir, prueba con pequeños ejercicios de journaling: ¿qué sientes ahora? ¿qué necesitas? No te exijas escribir un libro, solo comienza.

📝Simplemente puedes empezar si estás preparada con:

“Me siento triste…”
“Estoy frustrada…”
“Me duele…”

5. Acepta que no todo lo que imaginaste sucederá

El futuro que querías, esa idea de lo que «debería haber sido», ya no es. Pero lo que viene puede ser igual de valioso. El proceso de soltar lo que no fue te permitirá abrirte a nuevas posibilidades que aún no has descubierto. Haz espacio para lo que sí será.

📝Esta es la parte más difícil y lleva bastante tiempo, especialmente si tenías muchos planes o un proyecto de futuro con tu ex pareja. Yo me centré en el mindfulness y me enfoqué en el presente, en el día a día. Paso a paso se hace el camino, ten paciencia.

6. Crea nuevas metas pequeñas

Establece objetivos realistas, que te ayuden a centrarte en lo que tienes ahora. No se trata de olvidarte de lo que perdiste, sino de hacer algo positivo por ti misma. Empieza con metas sencillas: aprender algo nuevo, retomar un hobby olvidado, hacer algo que te haga sentir bien contigo misma.

📝¿Qué hice yo? Empecé a salir de ruta por la naturaleza y fue algo inesperadamente terapéutico.

7. Sé amable contigo misma

Y lo más importante: no te apresures. El proceso de sanar lleva su tiempo. No te exijas más de lo que puedes dar en este momento. La autocompasión es un acto de valentía. Abrazarte en tu dolor es una forma de sanación.

📝¿Qué hice yo? Empecé a consentirme un poco más, algo como un baño relajante es un buen comienzo.

Conclusión: reflexiona y comparte

Es importante entender que no estamos olvidando nuestros sentimientos, sino aprendiendo a vivir sin ellos en el contexto de esa relación. Los sentimientos hacia una persona que hemos amado, sea una pareja o un familiar, no desaparecen de la noche a la mañana. En el caso de una ruptura amorosa, el desafío está en liberarnos de lo que ya no podemos controlar, de los recuerdos que nos atan a algo que ya no forma parte de nuestro presente. Lo que sí debemos hacer es abrazar esos sentimientos como parte de nuestra historia, sin permitir que nos sigan haciendo daño.»

Hoy, miro atrás y veo todo lo que no se dio, pero también veo todo lo que me dio esa experiencia. Porque si bien la ausencia nos duele, también nos enseña. Nos enseña a soltar lo que ya no nos sirve, a aprender a vivir con lo que no fue, y a abrirnos a lo que está por venir. Y aunque las cicatrices de lo no dado siempre estarán ahí, cada vez son menos dolorosas.

Hoy, quiero invitarte a reflexionar:
¿Qué cosas, en tu vida, sigues aferrándote a pesar de que ya no tienen cabida?
¿Qué harías si pudieras dejar ir ese peso y hacer espacio para algo nuevo?

Deja tus pensamientos en los comentarios, quizás puedas compartir lo que te ha ayudado a soltar y a sanar.

¿Te cuesta expresar lo que sientes?

A veces, no encontramos las palabras correctas para hablar de nuestro dolor, y eso puede hacer que nos sintamos aún más solos en nuestra frustración. Pero, ¿y si leer las experiencias de otros que han pasado por lo mismo te ayudara a entenderte mejor a ti misma?

Mi libro «La historia que no fue» contiene pasajes sobre el dolor, la frustración, y el proceso de aprender a soltar lo que ya no nos sirve.

Si estás lista para acompañarme en este viaje de sanación, puedes encontrar más en «La historia que no fue«. Cada página está escrita con la esperanza de que, tal vez, encuentres en ella algo que te ayude a dar el siguiente paso hacia adelante.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

asleyamitchell.com
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.