
Como estrellas fugaces
Si el mundo que conocíamos se ha venido abajo, quizás ha llegado el momento de que construyamos uno nuevo para nosotros
- Esta novela es un reflejo literario de mi propia vida —salvando las distancias—, especialmente en cuanto al concepto del amor de almas: conocer a alguien por quien sientes algo muy especial y, a pesar de una larga separación, seguir unidos de alguna manera.
Le tengo mucho cariño porque es una de las historias más tiernas y románticas que he escrito. Ariadna, su protagonista, no es más que un reflejo de mí misma: siempre luchando por decidir libremente cuando las circunstancias me lo impedían.
Hoy ya no soy la chica de 22 años que escribió este libro. Mi vida depende de mí, y muchas cosas han cambiado… pero siempre me gusta volver a los inicios y releer esta historia con otros ojos. - Durante mi época universitaria, viví en una residencia gestionada por monjas. Recuerdo con mucho cariño que una de ellas, por alguna razón, nunca me llamaba por mi nombre, sino que me decía Soledad. En esta novela le hago un pequeño homenaje, especialmente ahora que ya no está.